Casi azul

Casi Azul (fragmento)

-Hay días así, dijo el hombre de gris. - Hay días casi azules. Días estupendos, en los que por un momento te olvidas de algo que te pone triste. Son días enigmáticos, puestos al azar en tu vida para hacerla más soportable.
El hombre de gris me miró por encima del periódico y sonrió. Era una sonrisa exagerada. -Hoy puede ser tu día de suerte, pequeña.
Pero yo no le creí. Me daba mal rollo, ahí tan quietecito y bien vestido, soltando frases filosóficas. -No lo creo, dije sin más. Y seguí sorbiendo mi granizado de menta. Estaba un poco cansada de todo. Me iría pronto de esa cafetería, de ese barrio anodino, y sobretodo de la ciudad. La maldita ciudad-prisión que me dejaba helada por dentro, que devoraba uno a uno todos mis sueños. El hombre de gris parecía querer algo de mí, pero no era tonto, y seguro que sabía que por un granizado no me vendo. Llevaba un par de años haciendo cosas así, quedando con desconocidos en bares de por ahí para pasar un buen rato. Generalmente los conocía por Internet pero al hombre gris me lo encontré en el ascensor. Un vecino. Por una vez había roto mis esquemas. Un vecino es casi un conocido. ¿Cómo había dicho que se llamaba? Va, da igual. Y dice que hay días casi azules... Curioso sí que es. Pero con cada palabra que dice me aleja de él. Algo me dice que esto puede ser peligroso.
-Creo que no me estás escuchando, Lenore. No me escuchas y empiezo a estar harto. Yo sólo quiero que ames más la vida.
-¿Por qué? La vida es lo que es, no tengo porque amarla más o menos.
-Eres demasiado joven para estar tan triste.
-Bueno, soy realista. Si la amas demasiado te duele.
-Ah, el dolor, el dolor, la huida de él. ¡Sois tan entrañables los seres humanos!

Un escalofrío asimétrico me recorrió el cuerpo. Sonreí. Sonrisa congelada. Quería hacerme la dura. Pero sin saber muy bien porqué, aquel banal comentario, absurdo en su esencia, me dejó perpleja demasiados segundos. El hombre de gris me sonrió aún más.
-Estás un poco pirado. ¿Seres humanos? Hablas como un extraterrestre. O como un demonio. Tal vez como un demente.
-No soy nada de eso. Pero está bien que lo comentes. Lenore. Quiero que nos conozcamos mejor. Nuestro encuentro no ha sido casual.
-¿Quién eres? ¿Quién eres en realidad?
- Oh, tengo muchos nombres. Soy la Desesperanza, el Desespero, llámame cómo quieras, pequeña. He venido a por ti.
-¿”La Desesperanza”?¿Pero qué dices?¿Por qué me hablas así? ¿Por qué me estabas animando a amar la vida si eres esa supuesta "desesperanza"? Actúas de una manera peculiar, estimado vecino... Intentaba hacerme la graciosa, pero de alguna manera sabía que lo que tenía delante de mí no era una persona, era algo más. El hombre de gris hizo una mueca terrible. El ambiente de la cafetería se hizo irrespirable, y empecé a sentir que me faltaba el aire. El ruido a mi alrededor cesó. Todo permanecía inmóvil y desdibujado. Algo sólido, contundente, emanaba de esa cara irreal.
-He venido a por ti, mi dulce Lenore. Hace tiempo que te ando siguiendo la pista. Eres de mis favoritas. Tan falsamente oscura, gótica, negativa, pero tan rabiosamente viva y creativa. Tan joven. Me encanta sembrar la verdadera oscuridad en los tiernos corazones. Hacerlos míos. Cuando yo quiera todo esto desaparecerá de tu mente, y serás mía, hasta el día en que mueras. Entonces ya no te necesitaré. Yo me alimento de cosas vivas. Pequeña, encantadora niña. Ahora no tengo nada más que decirte. De momento.
-Entonces, estoy marcada.
-Sí.
-Eres muy amable por avisarme. - dije con un gesto burlón.
El hombre de gris, la gris Desesperanza se puso roja de golpe. Mis palabras la habían molestado de alguna manera. Yo me resistía a ser suya, a ser de nadie.
- Eres impertinente, Lenore. Y muy imprudente. No conviene enfadar a la Desesperanza.
-¿Por qué? ¿Es qué acaso puedes ser peor?
- Sí, Lenore. Puedo darte esperanzas y quitártelas en una espiral tan perfecta, que nunca jamás puedas salir de ella. Serás un preso en el corredor de la muerte que cada día recibe la noticia de que va a ser ejecutado y exculpado. Pero nunca sabrás cuando, ni dónde. Y querrás que todo acabé, pero la muerte no vendrá. No acabará tu suplicio. Y te llevaré a mi plano, para siempre, en cuerpo y alma. Oh, sí, puede ser mucho peor.
- Entonces será mejor que lo dejemos.

Y me fui de allí, de aquella cafetería, puente entre lo real y la Desesperanza, decidí huir lejos del barrio anodino que me había visto crecer, y sobretodo lejos de la maldita ciudad-prisión que me dejaba helada por dentro, que devoraba uno a uno todos mis sueños. Y yo aún tenía sueños, y esperanza.

Todavía no era suya.


Comentarios

Amorao ha dicho que…
Me encantaría hacer unos de esos comentarios que solo hago en tu blog (todavía no se la razón) casi como mini cuentos o pseudo-poético, pero no quiero ni añadir una sola coma, ni una sola palabra a lo que has escrito... magnifico, un genial y autentico relato de terror.
Ya te comente que no puedes evitarlo tienes sombras en el corazón y eso no tiene cura, utilizalo, domínalo, pero no lo rechaces solo abrazalo y disfruta.
Belén ha dicho que…
la desesperanza es lenta... huye... lo más rápido...

Besicos
anaisnit ha dicho que…
Gracias, Amorao, Belén y Sgroya. Me motiva mucho que mis palabras os toquen un poco, es algo maravilloso, por lo que vale la pena escribir, publicar, soñar. Un abrazo!
JDelgado ha dicho que…
Desde luego sigues manteniendo esa misma esencia!! Hacía tiempo que no sentía esa sensación de "angustia conocida" que solo tú sabes transmitir.

FELICIDADES!!!
anaisnit ha dicho que…
Me alegra verte de nuevo por aquí. ^__^
Anónimo ha dicho que…
Amarte, como yo te he amado,
era una forma de amarte tal vez ingenua y algo torpe,
como corresponde al amor supongo,
difícil de expresar de cualquier manera
en el preciso lenguaje matemático de la trigonometría,
y no porque fuera este precisamente un amor sin tamaño,
un amor sin medida,
sino porque es más dado el amor
a medirse en unidades más propias de la alquimia que practica,
en cuerdas de palabras sin mayor rigor que la metáfora,
la analogía de la cosa que es de la cosa pretendida…
Así yo podría decir sin miedo a equivocarme que te he amado
como ama el pubescente a la meretriz,
un amor de un día, un amor virginal,
el día que le desvirga
como ama la ternera lechal a la ubre,
un amor animal, el amor de una bestia,
en la leche caliente, que la alimenta
como ama el indigente a la calderilla limosnera,
un amor decadente, un amor hambriento,
cuando cae en su taza de hojalata
un amor inmediato, un amor de un instante,
era otra forma de desconsuelo, me imagino dentro de la calamidad que es la vida,
al fin y al cabo el amor es un sentimiento triste
como es de naturaleza insaciable,
yo así, te amaba con hambre, con el rigor del apetito
diariamente, sin vocación, sin ceremonia, sin arte
como se ama el aire, la comida, el agua, la temperatura del cuerpo
con necesidad, con urgencia, tal vez en un lenguaje demasiado básico,
sí, tal vez nunca he sabido expresarme, la elocuencia nunca fue una de mis virtudes,
y tal vez es así que se nos ciñe el amor a la carne,
como se ciñen los harapos al indigente, en palabras de dientes careados,
es cierto, me dirás quizás que no parece un sentimiento demasiado bello
pero quién dice que ha de serlo, el amor.
En cualquier caso qué importa,
cuando se ha ido este sentimiento pasajero y caprichoso como el vuelo de un insecto,
qué queda en el organismo que nos satisfaga,
tal vez la melancolía
como una molécula de azúcar vertida en una tonelada de agua,
que nos permita recordar
en el sufrimiento de esas partículas expandiéndose disueltas en un océano tan vasto
que hubo un día en que pudimos creer en la felicidad,
¡qué ilusos!,
será hasta que probemos de ese contenedor un vaso de agua
y comprobemos que de toda la dulzura
tan sólo queda el sabor a agua,
que todo es mentira...

Hoy ya toda certeza de tu memoria la guardo en el sexo de tus palabras más obscenas...
anaisnit ha dicho que…
Me gustaría poner este comentario-poema como entrada de blog, por supuesto citando la fuente. Es un escrito desgarrador y misterioso.
Anónimo ha dicho que…
Sería un verdadero privilegio para este jovenzuelo con ínfulas de escritor que atrapase el instante de su poema en el delicioso lugar que ha creado. Por favor señorita Anais no dude en hacer de la biblioteca de mi blog uso y abuso, cuanto usted quiera.

Un beso

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