Dreams

Sueñas que él lame tus heridas con tanta dedicación que nunca más necesitas de los afilados bordes de las palabras. Sólo la bruma de ese recuerdo, que es mentira y un poco maldad, consigue hacer crecer sobre tus cicatrices precisas enredaderas obsesivas y crueles, pero ¡tan bellas! que te colman de alegría por el simple hecho de enredarse en ti.
Es especialmente hermosa esa rendición, esa sumisión definitiva que te brinda tu amante inaudito en los asombrosos páramos del sueño. El lejano, el soñado, el impostor. Esa impostura y el deseo, en el fondo son de lo más placentero, tan de verdad a pesar de la fragilidad del mundo en el que han crecido.
Allí te sueñas como una auténtica heroína en batalla constante. Tan victoriosa, tan pura. Son las tierras de Morfeo también tus dominios. Ante él eres una diosa, propietaria de todos tus deseos, definitivamente poderosa y audaz. Eres valiente,  valiosa y ansiada. Vuelves, una y otra vez, a ese lugar salvaje y precioso como una adicta irremediablemente trenzada a tu amante nocturno.


No.

Este fragmento no termina cuando despiertas.
Este retazo se queda prendido de tus pestañas hasta que lenta y perezosa, te sumerges en la ducha matutina que te arranca, ahora sí, de la lengua posesiva y gloriosa de tu absoluto servidor.

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