La sonrisa del pájaro cautivo

Hay un precioso pájaro de ojos tristes en una jaula de cristal de roca.
Es un pájaro de cuento, con las alas rotas.
Un día quiso escapar de su hermosa prisión.
Picó la mano que le daba de comer, con toda sus fuerzas.
La mano se apartó con sangre y sorpresa y él encontró un hueco por el que escurrir su pequeño cuerpo. El pequeño animal vio la vía libre, la oportunidad soñada. ¡Ah, los cielos azules!¡Ah, los campos de trigo!
Y agitó sus alas doradas, con todo su corazón.
Suspendido en el aire, tuvo su segundo de gloria. Pero la mano que le daba de comer le agarró al vuelo. Luego vino el dolor lacerante como una explosión.  El pequeño pájaro perdió la luz y unas sombras espesas le nublaron la cabeza. Sus alas. Las que sustentaban su sueño, ya no servirían para escapar.

Ahora la mano que lo alimenta es más cuidadosa. Le dosifica su amor con delicada crueldad. Ama al hermoso pajarillo pero no perdona su osadía. Y le recuerda cada día que ahora él tiene las alas partidas. Le recuerda que él es de ella. Suyo. Para siempre.

El pájaro ya no canta. Sólo espera que el tiempo haga su trabajo, que venga la muerte a levanterle el vuelo. Hasta el mismo cielo. O que ella vuelva a confiar. En el fondo de sus ojos, el pájaro decorativo tiene un brillo rebelde. De vez en cuando, aún recuerda el sabor de la sangre de su mano. Y sonríe, cómo sólo los pájaros sombríos lo saben hacer.

Comentarios

Quel ha dicho que…
Mi pájaro interior se ha agitado al leer tu cuento. Quiere ser libre! Pero tiene miedo... Ha visto ya muchas veces romper otras alas de pájaros atrevidos.

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