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Mostrando entradas de marzo, 2012

La llaga

Laceras mi sangre, patrullas mi cuello, me rompes los bordes me llenas de miedo. Me haces tan frágil;  escarcha en mi pelo. Te deshaces, me llenas de tedio. Te siento clavada como una isla de hielo. Yo soy ardiente, de una ciudad de fuego y sueños. Tú eres veneno. Laceras mi tiempo. Es esta llaga un desierto. Y no te quiero en mi desierto, ni en mi llaga, ni en mi tiempo. Pies de cemento. Me quedo quieta como un mueble viejo. No hago nada. Te veo sonreírme con confianza. Te mataría con mis propias manos... ¡Oh, maldita cobardía! No decir lo que pienso y perderme en un lento proceso de negación. Y NO NO NO NO! Siempre no... Es una tortura. Desearía estar desnuda con los brazos abiertos sonriendo al sol, sin miedo. Sin tiempo para el error. Desearía ser yo para siempre. Y decirte adiós con los dientes. Una sonrisa apretada mientras acabo contigo. Y me libero.