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Mostrando entradas de octubre, 2012

Huecos

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Niños huecos con juegos nuevos atan sus tristezas a las patas de la mesa mientras beben cocacola y esnifan pereza. Preciosos niños de diseño. Pequeños como conejos asustados, o grandes como puentes porticados. Vacíos y tétricos niños-objeto, elegantes y perfectos. Niños odiosos. Lamen su vileza en las pantallas de sus iphones blancos. Se saben muy preciados. Sus diminutos corazones se encogen ante el contacto de los dedos temblorosos de sus amos. Intocables niños malvados. Pero quizás no sean malos. Sólo es que están cansados, tienen verdadera hambre y frío. Si escuchas atentamente oirás sus voces atrapadas en su realidad de plástico. Resuenan  suplicando un día de sol descalzo y lluvia en las mejillas y cosas sencillas: el beso y el abrazo; la manzana y el gato; la casa con ventana y el jardín desordenado. Los deberes de la escuela y los sábados en casa de la abuela. Los calcetines de lana. El bizcocho de canela y los secretos que las madres cue

Creer en mí

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Hay personas que creen en mí. Eso es maravilloso, algo increíble. Es difícil creer en mi misma, hay algo roto en el lento laberinto de mis substancias, en la esencia palpable de mis creencias. Algo que me sujeta por dentro, tripas abajo  y que no me deja disfrutar con mis propios frutos. Sin embargo, a veces sucede que alguien me ve de verdad, me hace visible, y no dejo de sorprenderme. Es un chute de alegría para mi corazón descreído. Es hermoso cuando alguien logra atravesar las intrincadas prohibiciones de mi miedo, ese pavor extraño y pringoso que me niega la oportunidad de brillar con luz propia. Una delicia. Esta noche mi amiga Raquel ha decidido ser valiente y leer en público, en un lugar cálido, encantador, como es el Colmado, en el raval de Barcelona. Estaba allí sola delante de un micro, temblorosa, decidida, bellísima con su dulce voz de cuenta cuentos. Y qué gran honor, ha leído no uno, sino dos de mis poemas. Los ha elegido con mucha delicadeza de mi blog. Mi corazón se