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Mostrando entradas de julio, 2015

Lilith

Hoy es una calurosa noche llena de mosquitos y humedad. Ha llovido, terrible lluvia que viene a empañar los cálidos días estivales... Cada noche necesito la suave luz de la luna. Adoro la serena paz eléctrica de las noches de verano. Pero aquí refugiada en este elevado castillo no puedo salir. Gruesos barrotes de hierro me impiden volar. Deslizarme feliz y desnuda como una dulce criatura de la noche. Lilith me llaman. Sí, me han encerrado pero ellos no saben nada...No saben que soy capaz de transformarme en niebla vaporosa y huir con la luna a través las rejas de esta estúpida prisión.Puedo deslizarme, si así lo deseo, hasta llegar a tu casa. Estás cerca, mucho más de lo que puedas imaginar. Puedo ver desde aquí como duermes o sueñas. Me dejaré llevar por los cálidos vientos del sur y me colaré en tus más oscuros sueños... Pero sólo si me invitaras a pasar. Ya sabes que nosotros, los vampiros, somos gente educada y no entramos sin invitación. Yo sé que quieres, que me quieres dejar

Abrazo de espinas

Tienes las manos de escarcha. Cuando me tocas el frío se instala en mi piel,  me traspasa hasta el hueso. Pero si no me tocas me muero. Me pregunto por qué esa necesidad de estar contigo. Tú nunca me has amado demasiado, ni con locura ni siquiera con rutina. Llegas a mí en la noche, como un ladrón de sueños y me pides mi cuerpo. Un minuto de eternidad y hasta tus manos se derriten. Te doy mi cuerpo, mi aliento, cada centímetro de piel y sudor. Y cuando te entrego el alma, tú te levantas y huyes. Pienso todo esto rumbo a mi nuevo hogar. El tren avanza rápido y silencioso. A mi lado hay sentada una mujer mayor. Está dormida, parece cansada pero contenta. Quizás de su vida, o de una buena comida que acaba de degustar. Quizás sueñe con años mejores, en los que era joven y bonita y alguien amado la abrazaba por la cintura. Si miro por la ventana veo deslizarse el paisaje y yo con él me vierto en recuerdos que me alejan del sueño. No puedo dormir. Hace siglos que no duermo como Dios

Jugando al póker con la Reina Araña

Hay días oscuros dónde la sombra de la mediocridad me aplasta hasta el fondo del colchón. Hay noches de duermevela que se me revelan como hostiles puñaladas a mi corazón de tinta. Entonces me siento un poco triste, melancólica. Antes podía usar esa tristeza para abrir en canal a la puta mediocridad, destriparla sin compasión y sacar un cuento macabro o un poema delicado como las alas de una mariposa a punto de arder. Pero llevo tiempo enredada con la Reina Araña, que se come uno a uno todos mis intentos por crear algo. Algo hermoso que perdure, que toque los corazones, que arrance suspiros de terror o de inquietud de mis incautos y escasos lectores. Algo. Nada. Nada. Pero, de repente, en mitad de lo inmenso de la red, alguien ve algo. Alguien es capaz de ver en mis palabras ese algo que yo creo perdido. Sólo por eso sería capaz de matar de una vez a la maldita Reina Araña, matarla con su propia tela y, de una vez por todas, lanzarme a crear para no sucumbir a la vulgaridad de ser t