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Mostrando entradas de mayo, 2016

Maderas nobles

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Te compras un mueble de auto-montaje y sientes que tu vida deja de tener sentido tal y cómo la concebías hasta hace apenas unas semanas. Me llamo Tamara Márquez Guillón y siempre he querido vivir rodeada de belleza y comodidades. Mi familia no era precisamente rica, pero me educaron para ser de la élite. Y lo conseguí. Estudié arquitectura y monté un estudio profesional que estaba de moda, por lo que me ganaba la vida más que suficientemente. Vivía con mi novio en un precioso ático en el centro de la ciudad decorado con las últimas tendencias en muebles y electrodomésticos, que iba cambiando a mi antojo según mi estado de ánimo. Me apasionaban especialmente los muebles caros, de maderas raras y exquisitas. Eran una auténtica obsesión para mí. Tanto que había meses que me gastaba gran parte de mi sueldo en renovar habitaciones enteras con los elementos más caros y sofisticados del mercado. Mi novio, un guapísimo modelo de ropa interior, también se ganaba la vida de maravilla y en

Amuleto

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Sé que no hay escapatoria porque no lo llevo conmigo. Necesitaría tanto tenerlo entre mis manos. Su fría y afilada punta contra la cerradura de estas malditas esposas. Siempre ha sido de entre todas mis herramientas la más eficaz. La más perfecta. A todas partes lo llevaba conmigo. No puedo enumerar las veces me ha sacado de un apuro. Con él podía ejecutar mis trabajos en poco tiempo. Y no lo cambiaba por otro. Me daba suerte llevarlo cerca del corazón. Nunca en un registro de la policía levantó sospechas. Porque era un objeto absolutamente vulgar y discreto. Pero yo lo manejaba con destreza y mi apodo se debía en parte a ese sencillo elemento. Mi amuleto y mi salvación. Pero no en esta ocasión. Pronto vendrán a por mí. Me han dejado en este apestoso sótano pero volverán con bates  y puños a sacarme toda la información. Nunca debí mezclarme con ellos, siempre he trabajado mejor solo.  No pienso decirles nada. Me costó mucho robar esa joya y ahora sólo hecho de menos no poder sacarme

La muñeca

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Los ojos de la muñeca tenían algo de real. Ni siquiera te sorprendió verla parpadear justo antes de abalanzarse sobre ti. #microcuento

Caricias y arañazos

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A través de la ventana veo a una niña de rodillas peladas. No tendrá más de 7 años, está sucia de tierra y completamente entregada a sus juegos. Contemplar a la pequeña correteando como un cachorrillo despeinado y feliz es fascinante. Llevo un buen rato entretenida en ello. Pero todo se para cuando  viene una mujer a buscarla, su madre, supongo. No oigo lo que le dice, pero la niña cambia de expresión, se pone tensa. Desde donde estoy no puedo ver bien la cara de la madre, pero por los gestos parece cansada, va tirando de un carrito con otra niña dentro. Es una escena extraña, como distorsionada. Yo no puedo saber por qué la madre rompe la felicidad de la niña pero lo estoy viendo. Y de repente siento crecer dentro de mí un odio ajeno, atroz. Odio a esa mujer agobiada que es capaz de borrar de un plumazo la risa fresca de la niña. Bajo la mirada, vuelvo a mis cosas. Leer viejos textos de otros tiempos. No está bien odiar a desconocidas que deben tener sus razones para arrancar del par

El resto de su vida

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Él había llegado a eso de la una de la madrugada. Abrió con la llave que ella le había dado tiempo atrás, cuando eran otra cosa, no dos enemigos que follan. Ella le esperaba a oscuras, mirando por la ventana, envuelta en la bruma azul de sus Malboro light. Él había bebido un poco, como siempre. Le dijo algo seco, poco tranquilizador, ella le escuchó en un silencio casi hipnótico. El hombre empezó a impacientarse, se acercó a ella, quiso tocarla, besarla con su boca hambrienta. Ella se escurrió como un pez de plástico. Se quedó de pie, sujetando su cigarrillo y mirando con desprecio al hombre que había amado. La mujer le pidió con voz tranquila que le devolviera las llaves, que no volviera más. El hombre la miró con desdén y soltó una carcajada. Entonces se abalanzó sobre ella, con lujuria y burla. Era un hombre demasiado delgado para tales pretensiones de fuerza, pero el alcohol y el desplante le habían animado. Ella esperaba de alguna manera el ataque, le dio un empujón y  lo golpeó