Un día perfecto

Hoy podría ser uno de esos días perfectos. Sencillamente redondo. Estar contigo, juntos, tranquilos. Un paseo por las zonas seguras de la ciudad de los sueños. No preocuparnos por las lágrimas vertidas ni los resentimientos. El olvido nos besará los párpados mientras damos vueltas por el parque y tú hablarás de delicados proyectos mientras los trazas con un dedo en el aire. Y yo te contaré luego mis futuros poemas. Nos beberemos la tarde con el sol tibio y nos abrazaremos cuando sople el viento. Será tan hermoso que se nos llenarán los ojos de lágrimas, pero no serán esas lágrimas ácidas de perdedores, no. Ellas nos parecerán tan dulces y tranquilas que nos harán sonreír. Te miraré como te estoy mirando ahora, llena de algo suave, tierno, como el palpitar de un cachorrillo en mis manos. La muerte nos envidiará con locura, estoy segura. Y nos burlaremos de ella, triste muerte, que no podrá participar de este día perfecto, de este inmenso día infinito.

Hoy podría ser un día perfecto. ¿No crees?



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