Huecos

Niños huecos con juegos nuevos atan sus tristezas a las patas de la mesa mientras beben cocacola y esnifan pereza. Preciosos niños de diseño. Pequeños como conejos asustados, o grandes como puentes porticados. Vacíos y tétricos niños-objeto, elegantes y perfectos. Niños odiosos. Lamen su vileza en las pantallas de sus iphones blancos. Se saben muy preciados. Sus diminutos corazones se encogen ante el contacto de los dedos temblorosos de sus amos. Intocables niños malvados. Pero quizás no sean malos. Sólo es que están cansados, tienen verdadera hambre y frío. Si escuchas atentamente oirás sus voces atrapadas en su realidad de plástico. Resuenan suplicando un día de sol descalzo y lluvia en las mejillas y cosas sencillas: el beso y el abrazo; la manzana y el gato; la casa con ventana y el jardín desordenado. Los deberes de la escuela y los sábados en casa de la abuela. Los calcetines de lana. El bizcocho de canela y los secretos que las madres...