Un sueño

Siempre he soñado con hambrientas arañas al acecho. Veo sus brilantes y pulidos ojos inclementes analizando mi exígua carne. Siento su necesidad y su desprecio. Hoy he querido despertar pero algo me retiene. Es como si mis sueños estuvieran tejidos con una especie de pelo. Estoy perdida para siempre en una maraña oscura, dulzarrona, primordial. Soy prisionera y sólo puedo esperar. Pero no tengo miedo. No tengo nada. Sólo este minuto de agonía porque de repente comprendo. Noto su aliento. Y ahora sé, sé que ya formo parte de ella aunque aún no lo vea. Oigo su canción, susurro afilado, eléctrico, que me hipnotiza. Filamentos delicados me rodean sin piedad. Me atrapan. Antes nunca pude imaginar que yo ansiaría esta perdición. Ahora, a través de mi cabeza, la araña teje su tela. No tiene prisa. Me dedica todo el tiempo del mundo. El último que me queda. Su amor hambriento me descoloca, me dice que no sabe nada pero que me lo da todo. A través de sus ojos- oh, infinitas cabezas de alfiler- veo su alma y comprendo. Toda mi vida de mosca he soñado con esto y yo sin saberlo. Los sueños están hechos de sus cabellos y de mi deseo. 
Es hora de dormir. Dejar que ella acabe por fin mi mortaja infinita, su abrazo de espinas. Mi pobre carne es una diminuta ofrenda para mi amada. Oigo su llamada. Nada más. Sólo un último susurro y ya formo parte de la eternidad.

Adaptación de un antiguo fragmento:
https://www.loscuentos.net/cuentos/link/405/405899/

Comentarios

Juan A. ha dicho que…
Hipnótica, ni tan siquiera cruel, tan solo debía ser porque así estaba dispuesto desde siempre.

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